y con ello las pretensiones de regir
la tela del universo se rompió
junto con la autenticidad de no ser
Y cayó lentamente pero sin gracia
para cubrir la superficie de por si tan obscura
y en su pesado devaneo se llevaba
flores y muertos, árboles y nubes
Abrazó la tierra y le dejó cenizas
se ciñó con fuerza a sus aguas
secando todo a su paso
matando por igual rezos e ilusiones
Penetró las honduras de su fiebre
sazonó de su sangre impía el horizonte
tiñendo de malva su paso implacable
siguiendo, a pasos rítmicos, sin prisa
Y llegó al corazón del mundo
para reemplazar lo que dejó el eterno
manchó la esperanza de su inmundo material
creando una cárcel de lo que fue un planeta libre
No me dejes descansar, asesino a pausas
Y mejor mátame
Es preferible la cascada de mi sangre
que la fría niebla de la resignación
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