No, no me refiero a las clasificaciones a los Mundiales (para dessarrollar participaciones mediocres e irregulares), sino al tan conocido "milagro ecuatoriano". Debo reconocer - antes de iniciar - que yo he sido y fui uno de los más fervientes críticos del régimen, y que considero que aún lo soy.
Y que cuando escucho cosas como que se ha reordenado determinado tema, no me queda más que verificarlo y de ser real, aplaudirlo. Es cierto que tenemos un orden fiscal incomparable, pero también es cierto que hemos llegado a un record sin igual en el tamaño del presupuesto público.
No creo en los milagros, tanto como en el trabajo tesonero, y en la entereza para hacer las cosas. Creo en la eficiencia y la productividad personal, que conduce inequívocamente al crecimiento institucional y de la Sociedad en su conjunto.
Y sin haberse dado aún un verdadero cambio cualitativo en nuestra sociedad, ya se observan ciertos cambios de actitud a nivel nacional, que considero positivos y que son mérito exclusivo del presente Gobierno. Es que me resulta inimaginable el recordar como se llevaban los temas en el país apenas hace una década atrás. Además de corrupción, una infaltable negligencia que empañaba de ineptitud los empeños del Gobierno Central. Más y más de lo mismo, un derroche continuo de los recursos del Estado, y un caudal interminable de promesas - a todas luces - irreales y demagógicas.
Pero - y aún sin creer en milagros - ahora sí se puede avisorar algo mejor, un futuro mucho más promisorio que el que nuestros padres dejaron para nuestra generación.
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