No puede decirse que es una lástima, porque lo que ha hecho es una consecuencia lógica. Lo que es una lástima es que la inercia sea tal que no permita a la sociedad viva venezolana sacudirse de ese engendro corrupto que pretende hacer Gobierno.
Jamás he podido llamar a un ser tan despreciable "Presidente Maduro". Lo considero un par intelectual de serpientes y cocodrilos. Porque ni para perro le alcanza la capacidad.
Que siga hablando con pajaritos, y todos sigamos riendo de sus estúpidas ocurrencias. Mientras la hermana Venezuela se desangra en pobreza, inequidad, emigración forzada, hambre, delincuencia y corrupción.
Pero ¿que hicieron los venezolanos para merecer este negro destino?
Creer en palabras veleidosas, en promesas incumplibles de cambio. Permitir que un líder se vaya transformando lentamente en caudillo, que en lugar de unir a un país y todos sus sectores, tome medidas de hecho en desmedro de unos y a nombre de una mentada mayoría.
Venezuela permitió que se le quiten libertades, permitió y aplaudió cuando se expropiaban empresas y bienes privados.
En Venezuela se permitió la corrupción. A cuenta de: es que hace obras. Venezuela creía en nuevos días de esplendor, pero ese brillo no alcanzó para todos. Como todo grupo político que permanece más de lo debido en el poder, el chavismo se fue transformando de Doctrina Social de Siglo XXI en un simple aparato estatizante y corrupto.
En Venezuela se dieron el lujo de dividirse entre la oposición. Deben haber pensado en sus pequeños y mezquinos intereses, antes que en destruir el Chavismo.
Los venezolanos deben haber pensado que muerto Chavez moría el Chavismo. No imaginaron que los tentáculos de la que quizá sea la red mas grande de corrupción estatal en América no iban a ceder fácilmente en su empeño de perpetuarse en el poder.
Pensaron que ganando espacios electorales podrían deshacerse del energúmeno ignorante que los gobierna, y no se detuvieron a pensar que hace mucho no pelean contra el, sino contra todo un aparataje político, militar y social.
He ahí el resultado. Un dictador di facto. Un pueblo atormentado de penurias, que solo los que disfrutan del Buen Vivir, es decir, del Chavismo pueden negar.
Aquí he visto un par de venezolanos. Buenas personas, muy alegres, optimistas, gente de paz. Obligados a vivir en otro país, dejando a sus familias para poder ofrecerles algo mejor. Lo que cuentan es de no creer. La mas dura y amarga de las situaciones que hayamos tenido que vivir los ecuatorianos, no se compara con lo que está pasando el venezolano de a pie, el que tiene que trabajar en lo que sea para llevar el pan. Pan que a veces hay, y a veces no. Pan que requiere de una larga fila para poder ser adquirido.
Debo decir que por fortuna, los ecuatorianos no vamos a permitir llegar a ese estado de cosas NUNCA. Quiero ver a cualquiera que llegue a Presidente tomar el poder por la fuerza, para que en menos de 48 horas tenga que salir corriendo por la pista del aeropuerto con una turba enardecida detrás y un helicóptero esperándolo. La sangre indígena rebelde que llevamos en las venas no lo permitiría así.
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