lunes, septiembre 04, 2006

Cocodrilos en el cielo

Se que algunos me van a dar palo por este post, pero que diablos, en realidad me da igual y dicen que no hay muerto malo. En todo caso es un homenaje póstumo al biólogo cuya carrera más he admirado desde hace unos años.

Hay que ser arrecho para hacer esta huevada



El día de hoy murió en condiciones trágicas el biólogo australiano, Steve Irwin, mejor conocido como el "Cazador de Cocodrilos", por su legendaria habilidad para tratar con esos gigantescos depredadores que en manos de ese individuo parecían pequeños cachorros.

El que diga que no era arrecho, que intente alimentar asi a un cocodrilo



Aún recuerdo el documental de las 7 serpientes más venenosas de Australia, en el cual Irwin acompañado de su aterrada esposa y su fiel camarografo recorrió los lugares más recónditos del continente australiano para encontrar cara a cara (en el sentido totalmente literal de la frase) en su habitat a esos peligrosos ejemplares. Solo de ver lo cerca que ese pana se ubicaba de esas culebras y de pensar que fuera yo el que estuviera allí se me encogen las pelotas del pánico.

Chucha, pana, hasta las culebras te van a extrañar. Ya no va a haber quien les joda la vida.



Es que este señor tan controversial como querido y estimado por cientos de miles y quizás millones de personas en todo el mundo supo llevar con su carisma y su estilo tan particular a la pantalla las escenas más temerarias que una sola persona haya podido realizar en el habitat de diferentes especies (casi todas muy peligrosas) e incluso interactuar con estas especies ignorando todos los peligros y de la manera más arrecha que se puede actuar frente a animales que por mover un párpado nos pueden envenenar, destrozar, moler y matar.

Este tipo nunca conoció el miedo.



Que forma de morir. Es increíble que haya podido tomar las culebras venenosas y lucirlas en el cuello, es el mismo hombre que trataba a los cocodrilos de agua salada como si fueran sus mascotas, el tipo que buceaba junto a los tiburones más feroces, el mismo que cabalgara a lomo de las mal llamadas "ballenas asesinas". Es precisamente este explorador de la naturaleza el que recibió la estocada de una mantarraya en el mismo centro del pecho. Fue una jugada macabra de la vida, que casualmente y como lo saben todos los que practican el buceo es el que menos peligro representa dentro de las bestias marinas.

Siempre serás recordado, pana.



Se fue y con él quizá hemos visto al último de los grandes exploradores de la vida salvaje. Dificilmente aparecerá alguien que pueda llenar el espacio que deja en la televisión, en medio de tanta basura que aparece en la caja boba, uno de los espacios que valía la pena era el de Steve Irwin, el verdadero Cocodrilo Dundee.

Paz en tu tumba, Steve.

Paz en su tumba.

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