Juguemos en la "bajura", para que la altura no afecte a esas pobres basuras que tanto le temen. La altura es un mito, señores, el deportista que tiene condiciones físicas debe poder jugar en Katmandú o en Sierra Leona, en Uzbekistán como en el Sahara, en Camberra como Jakarta, en Quito como en Santiago. Si vamos a jugar exclusivamente en condiciones climáticas favorables, entonces que por favor reversen la competición internacional en la que Jefferson Perez perdió merced al calor insoportable de Grecia. Que no hagan juegos en Islandia, debido al clima extremo. Que nunca se piense en Egipto, Irán, Pakistán o Usbekistán por su clima. Y ni hablar de Mongolia o Nepal, no sea que la altura tibetana les vaya a afectar el cerebro. ¿Ya se los afectó? ¿No tienen? Ni hablar.
Se priva al público capitalino de la oportunidad de ver a la selección. De cierta manera, para los que vivimos en el llano costero, específicamente en Guayaquil, eso no es en su totalidad una mala noticia. Con seguridad vamos a disfrutar del buen fútbol de la selección nacional, pero... La realidad es que los 2000 y pico m.s.n.m. de Quito siempre han ayudado más para que el rival llegue asustado a jugar al Estadio Olímpico "Atahualpa" que para darnos una ventaja física real. Sobre todo considerando que un porcentaje relativamente importante de los jugadores de la tricolor NO juega regularmente a las alturas consideradas por otros "una ventaja competitiva injusta". Injustas, las pelotas del marrano.
Esperemos que la FIFA en el futuro no nos vaya a decir que jugar en Guayaquil también estará sancionado, porque no sería nada raro que ahora que vamos a poner a algunos equipos al calor de las brasas porteñas tomen poses margarinescas y vayan a llorarle a Blatter que en Ecuador y en un puñadito de países no los dejan ganar. ¡Joder, tíos, joder!
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